¿Existe el móvil de movimiento perpetuo?

De los motores de “movimiento continuo” y del propio “movimiento continuo” se habla frecuentemente, tanto en sentido directo como figurado, pero no todos comprenden claramente qué es lo que debe entenderse por esta denominación.
Un motor de “movimiento continuo” (o movimiento continuo de primera especie) es un mecanismo ideal, el cual, además de moverse a sí mismo ininterrumpidamente, puede efectuar algún trabajo útil (por ejemplo, levantar un peso). Aunque desde hace muchísimo tiempo se intenta construir semejante mecanismo, nadie lo ha conseguido hasta ahora.

La infecundidad de todos estos intentos hizo llegar a la convicción de que el motor de “movimiento continuo” era irrealizable y contribuyó a formular uno de los principios básicos de la ciencia moderna: la ley de la conservación de la energía.

En cuanto al propio “movimiento continuo” (o movimiento continuo de segunda especie) se refiere, debe entenderse por él todo movimiento ininterrumpido, que ni realiza trabajo ni consume, energía.

En la figura de la izquierda está representado un mecanismo seudoautomotor, uno de los más antiguos proyectos de motor de “movimiento continuo”, que los fracasados fanáticos de esta idea vuelven a hacer renacer incluso en nuestros días.

El mecanismo consiste en una rueda, a cuyo perímetro van sujetos unos palos abatibles, los cuales tienen en sus extremos libres unos contrapesos.
Cualquiera que sea la posición que tenga la rueda, los contrapesos del lado derecho se encontrarán más alejados del centro de la rueda que los del lado izquierdo y, por consiguiente, esta mitad deberá pesar siempre más que la izquierda y hará que la rueda gire. Es decir, la rueda deberá girar continuamente, o por lo menos hasta que no se desgaste el eje. Esto era lo que pensaba su inventor. Sin embargo, si se construyera un motor de este tipo, no giraría. ¿Por qué no se confirman los cálculos del inventor?
Pues, no se confirman porque, aunque los contrapesos del lado derecho están siempre efectivamente más alejados del centro, es inevitable que la rueda adopte una posición en la cual, el número de estos contrapesos sea menor que el de los del lado izquierdo. Esta posición es la que puede verse en la figura, en la cual mientras en el lado derecho hay 4 contrapesos, en el izquierdo hay 8. Es decir, el sistema se equilibra y, como es natural, la rueda no gira, sino que, después de balancearse varias veces, se queda parada en esta posición.

Ahora está indiscutiblemente demostrado que no es posible construir un mecanismo que, además de moverse a sí mismo, efectúe algún trabajo y que intentar resolver un problema como éste es perder el tiempo. Pero antes, sobre todo en la edad media, eran muchos los que se rompían inútilmente la cabeza intentando resolverlo y perdían lamentablemente el tiempo en inventar el motor de “movimiento continuo” (en latín perpetuum mobile). La consecución de un motor de este tipo se consideraba una idea más seductora que el propio arte de obtener oro de metales baratos.

Pushkin, en sus “Escenas de los tiempos caballerescos” describe uno de estos ilusos personificándolo en Bertoldo.

    “- ¿Qué es el perpetuum mobile? - preguntó Martín.
    - El perpetuum mobile - le respondió Bertoldo - es el movimiento continuo. Si encuentro el movimiento continuo, no veo los límites que pueda tener el poder creador del hombre... ¡Comprendes, mi buen Martín! Hacer oro es un problema seductor, un descubrimiento que puede ser interesante y lucrativo, pero hallar el perpetuum mobile... ¡Ah!”

Se idearon centenares de motores de “movimiento continuo”, pero ninguno de ellos andaba. En cada caso, lo mismo que en el ejemplo anterior, el inventor se olvidaba de alguna circunstancia esencial, que desbarataba todos sus planes.

Examinemos otro ejemplo de seudomotor de “movimiento continuo”: la rueda en cuyo interior se mueven bolas pesadas (figura de la derecha). Su inventor suponía, que las bolas de uno de los lados de la rueda, al encontrarse más próximas al perímetro, harían girar a ésta con su peso.

Está claro que no ocurre así, por la misma causa que vimos al examinar la rueda representada en la figura de la izquierda. Sin embargo, en una ciudad norteamericana fue construida una enorme rueda de este tipo, para servir de anuncio en un café.
Naturalmente, este “perpetuum mobile” estaba accionado por un simple mecanismo independiente, hábilmente disimulado, aunque al público le parecía que eran las pesadas bolas las que movían la rueda. De forma parecida existieron otros seudomotores de “movimiento continuo”, los cuales hubo un tiempo que se exponían en los escaparates de las relojerías para atraer al público, pero todos ellos estaban accionados invisiblemente por la corriente eléctrica.


Extraído de "Física Recreativa" de Yákov Perelmán.